En el mundo de las mascotas, los perros de razas muy pequeñas o los gatos de razas raras suelen estar siempre están entre los favoritos en Argentina. Ahora se añade un nuevo ejemplar argentino: el armadillo rosado también llamdo como pichiciego pampeano o Chlamyphorus truncatus.
Se trata de un singular armadillo color rosado que cabe en la palma de una mano. Así, es el más pequeño de los armadillos, mide entre 7 a 11 centímentros de largo y vive en la región central de Argentina. Su color es rosado pálido con abundantes, largos y suaves pelos blancos en el vientre y las patas. Su peso es de 50 a 80 gramos.
Se identifican fácilmente por tener la armadura compuesta por placas óseas cubiertas por escudos que le sirven de protección. Este caparazón es delgado y flexible y está fomado por 24 a 26 franjas transversales que se extienden hasta la cobertura de la cabeza. Cuenta con una cola aplanada en forma de espátula, las orejas y los ojos son pequeños.
Este pintorestco animal es endémico de la región central de Argentina donde tiene varias denominaciones populares como pichiciego menor, armadillo truncado menor, tatú de abrigo, armadillo pigmeo y pichiciego pampeano.
Se mueve por zonas arenosas, subdesérticas, con pastos duros, cactáceas y arbustos, sobre todo en la zona fitogeográfica del Monte. Debido a sus hábitos nocturnos resulta complicado observarlos. Las hembras sólo tienen dos mamas, y se piensa que dan a luz una a máximo tres crías al año, al final el verano.
Desde 1970 el armadillo rosado ha sido declarado como especie en vía de extinción debido a la pérdida constante de su hábitat al convertirse en zonas de cultivos. Sin embargo los esfuerzos de preservación no han sido suficientes para frenar su descenso poblacional. Hoy en día, se ha convertido en una singular mascota exótica.