Los gatos pueden transmitirse varias enfermedades. En este caso, nos vamos a fijar en dos de ellas que pueden afectar a los seres humanos. En primer lugar, está la toxoplasmosis, una enfermedad infecciosa provocada por el protozoo Toxoplasma gondii, parásito intracelular que se transmite desde los gatos a los seres humanos a través de diferentes vías de contagio.
Esta enfermedad principalmente afecta al feto y a los a niños, ancianos y personas con déficit inmunológico, provocando problemáticas infecciones asintomáticas. Para prevenir, hay que cuidar la higiene del gato , no tocar jamás directamente sus heces e impedir que el felino coma carne cruda.
Otra de las dolencias que puede transmitir un gato es la llamada enfermedad del «Arañazo del Gato», que suele presentarse con mayor fuerza durante el verano y la primavera, a causa del aumento de garrapatas y pulgas.
Una pulga hembra adulta puede poner cada día hasta 46 huevos, provocando en los gatos trastornos como anemia, fiebre, decaimiento, pérdida de peso, apatía, alergias y alteraciones en su pelaje. En los seres humanos, esta enfermedad se contrae a través del contacto con un gato que tiene pulgas infectadas por esta bacteria.
El 90 % de los seres humanos contagiados presenta síntomas localizados con inflamación persistente en la herida ocasionada por el felino e inflamación de los ganglios linfáticos regionales próximos a la herida. Este cuadro se puede prolongar como mucho unas 4 semanas; no obstante, el 10% de los casos presenta fiebre persistente, dolor abdominal e incluso compromiso neurológico.
Para acabar con esta enfermedad, hay que desparasitar al gato aplicando un producto en el ambiente, usando productos especialmente formulados para tal fin. Además, para el tratamiento en los felinos se recomienda usar un producto antiparasitario externo ya sea en polvo o aerosol, que permite el control y prevención de manera eficaz de pulgas y garrapatas en los animales.
Por último, hay que revisar al gato de forma periódica sobre todo en el cuello, detrás de los oídos y entre los dedos, sitios donde se alojan más a menudo las garrapatas.